viernes, 18 de enero de 2013

pagina 12/ resp.

Deconstrucción y odio

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Imagen: Leandro Teysseire

 

Por José Pablo Feinmann
Han surgido –acaso sin saberlo– maestros de la deconstrucción. Se apoderan de un texto y alteran su sentido. Ante todo, por el lugar y el espacio que le dan en la red. El lector de Letrinet, siempre superficial y apurado, leerá el copete y seguirá adelante. Pero con la simple lectura del copete hará su juicio sobre el escrito del emisor. Y, para colmo, vomitará algún veredicto insultante, veloz, que llega con frecuencia a la cumbre del ultraje (a mí me han dicho delicadezas como Gordo bufarrón, por ejemplo) en la abominable sección Comentarios. Al principio, me reía. No porque la frase fuese ingeniosa, sino por lo desmedida que era, acaso por arañar la cima del disparate, del absurdo. O por el asombro que provocaba el desparpajo para el agravio que existía perversamente en ciertos individuos. Ya no me río. El asco y la pena reemplazaron a la risa. El destino de un texto es el de su distorsión por el medio que lo reproduce y luego lo espera el estercolero de los Comentarios, donde una cantidad inmensa de anónimos resentidos, de anónimos llenos de odio, dejará caer sobre el escritor del texto (que se ha cuidado, para colmo, de redactarlo bien, cuidando su estilo) una serie de palabras que llegan también a otra cumbre similar a la anterior (la del ultraje): la cumbre de lo soez. Todo esto porque el texto le ha parecido “K” al que arroja toda esa basura sobre el emisor al que considera “anti-K”. Aunque los “K” también incurren en la blasfemia. Pero menos. Bastará analizar los insultos del 8-N para comprobarlo. Los insultos provienen de los grandes medios de comunicación. Es más: creo que tienen expertos que son los que escriben la mayoría de los comentarios o los alteran. ¡Jacques Derrida en las letrinas de Internet! Sin saberlo, estos anónimos personajes penetran en los terrenos de la deconstrucción en que los juegos del lenguaje pueden hacerle decir a un texto diferentes significados. “En suma, un texto puede tener tantos diferentes significados que le es imposible tener uno” (J.A. Cuddon, Dictionary of literary terms and literary theory, Penguin Books, Londres, 1991, p. 223). Por ejemplo: en mi último incidente de este tipo dije, en mi ex programa de radio de Continental, que si el dibujante Sábat creía que un traspié judicial de la Presidenta le otorgaba el derecho a dibujarla con un ojo morado, expresando flagrantemente un caso de violencia de género, se equivocaba: “Si piensa eso mejor que no lo dibuje”. Más claro agua: si el señor Sábat cree que a alguien (a cualquier mujer, no importa que en este caso hubiese sido la Presidenta), cuando tiene un traspié, se la puede dibujar con un ojo morado, porque, desde luego, le han dado una trompada en el ojo, si piensa esa barbaridad, señor, no la dibuje. Lo mismo habría hecho si, en mi diario, Página/12, a Rep se le hubiera ocurrido dibujar a Carrió con un ojo morado porque algo no le salió como quería. La violencia de género, el femicidio, es una realidad atroz, no saberlo es vivir en otro planeta. Creo que Sábat no superó la época de Rico Tipo, revista de los años cincuenta, donde, sí, había mujeres golpeadas o personajes que se llamaban Pochita Morfoni o Bólido. Allá él, que dibuje lo que quiera. Él ni se molesta en contestar. ¿Para qué? Muchos le ahorran el trabajo. Todo el sistema de los medios poderosos. Que publicaron –alterando mi texto– “Feinmann pide que Sábat no dibuje lo que piensa”. Y bien, esto es sólo un ejemplo del periodismo que hoy reina. Que es parte de la banalidad de los tiempos, de la instauración de la mentira como herramienta periodística. Antes, el periodismo trabajaba sobre una materialidad, un mundo fáctico al que interpretaba. Hoy no. No necesita hechos. Los inventa. A los textos los reconstruye y les cambia sus significados. O los cercena y pone esos fragmentos como grandes títulos de las notas. En suma: miente.
Esta modernidad informática se presenta con unas características temibles. Ya no se interpreta la realidad (recordemos la frase de Nietzsche: no hay hechos, hay interpretaciones), se la falsea, se la distorsiona, se miente sin ningún obstáculo moral. El periodismo de hoy carece de barreras morales. Sólo busca herir a su enemigo (ni siquiera adversario) del modo más efectivo y más destructivo posible.
Nos resta analizar el poder de Internet en estas maniobras de falsedad y agresión. Todo “se sube a la red”. El medio hegemónico transcribe la noticia y la parte “dura” queda para el lumpenaje que llena los comentarios. Ya se pide la pena de muerte, el fusilamiento o el cercenamiento de miembros para los que los “grandes medios” señalan como culpables. La realidad se ha empobrecido de un modo –creo– irrecuperable. Vivimos en un mundo binario: K y anti-K. Ese mundo binario –diría Carl Schmmit– no puede sino desatar una guerra. Es lo que apunta con la díada amigo-enemigo. Es lo que ya había señalado Marx en el Manifiesto: burguesía y proletariado. Hoy podrá tener la nominación que se nos ocurra (más acertadamente) darle. Pero es la historia como conflicto, como antagonismo excluyente. Retengamos este concepto: hay un antagonismo excluyente cuando dos grupos, que entran en conflicto, niegan o rechazan la existencia de cualquier otro, centralizando en el enfrentamiento entre ambos todos los elementos de la realidad. No existe el “tercero”. O se está en un bando o en otro. Para cada uno de los bandos el que está en el otro es un ser abominable con el que todo diálogo es imposible. No hay una posible voz de conciliación pues debería ubicarse en un lugar al que no se le permite existir: un lugar, no neutral, pero alejado de la condición binaria creada por los bandos en pugna. Que se expresa en el célebre: o ellos o nosotros. Esta ausencia del tercero permite el desborde vital e ideológico del binarismo del odio. O se crean opciones diferenciadas, que puedan al menos pensar al margen del odio, o el futuro se presenta oscuro y repetitivo. Todo es previsible. Uno ya sabe qué va a decir alguien con sólo saber a qué bando pertenece. Nadie patea el tablero. La única que podría modificar esta situación es la Presidenta por ser el cuadro político más capacitado de la pobre escena nacional. Podría buscar opositores para sostener alguna forma de diálogo. Sería un comienzo. “¿Con quiénes?”, dirá ella con razón. Es cierto: hay pocos. Habrá que encontrar alguno. Si, al menos, no la hubieran insultado tanto, desmereciéndose como opositores, sería más fácil. Pero alguien habrá. Tal vez la tarea más delicada del Gobierno sería apoyar el surgimiento de una nueva oposición. Colaborar en esa tarea. Cuando uno no tiene con quién dialogar tiene que ayudar a crearlo. La soledad es sombría, triste y, según se dice, mala consejera. Hay que ir en busca de gente inteligente que no piense como uno. Es difícil. Pero no imposible. El país tiene que salir del empobrecimiento de lo binario. Del odio de lo binario. Hagamos algo antes. Porque Dios hace dos mil años que no dice nada. Lo mejor que podría surgir es una fuerza autónoma que pudiera –honestamente– servir de puente, descomprimir, reemplazar los insultos por las ideas. Nadie –en la vieja y repetitiva “oposición”– está en condiciones de hacerlo. Ha surgido un político radical con una buena consigna y él no se ha embarrado en la figura del “enemigo”. La consigna es: “Crear una nueva oposición”. Gente del perfil de Sabbatella antes de su incorporación al gobierno. Son pocos. Pero es una tarea necesaria. Alguien, el día en que murió Néstor Kirchner y empezó el censo, escribió: “El censo empezó bien: un hijo de puta menos”. ¿Cuánto tiene que odiar un ser humano para escribir algo así?

Por José Pablo Feinmann
Han surgido –acaso sin saberlo– maestros de la deconstrucción. Se apoderan de un texto y alteran su sentido. Ante todo, por el lugar y el espacio que le dan en la red. El lector de Letrinet, siempre superficial y apurado, leerá el copete y seguirá adelante. Pero con la simple lectura del copete hará su juicio sobre el escrito del emisor. Y, para colmo, vomitará algún veredicto insultante, veloz, que llega con frecuencia a la cumbre del ultraje (a mí me han dicho delicadezas como Gordo bufarrón, por ejemplo) en la abominable sección Comentarios. Al principio, me reía. No porque la frase fuese ingeniosa, sino por lo desmedida que era, acaso por arañar la cima del disparate, del absurdo. O por el asombro que provocaba el desparpajo para el agravio que existía perversamente en ciertos individuos. Ya no me río. El asco y la pena reemplazaron a la risa. El destino de un texto es el de su distorsión por el medio que lo reproduce y luego lo espera el estercolero de los Comentarios, donde una cantidad inmensa de anónimos resentidos, de anónimos llenos de odio, dejará caer sobre el escritor del texto (que se ha cuidado, para colmo, de redactarlo bien, cuidando su estilo) una serie de palabras que llegan también a otra cumbre similar a la anterior (la del ultraje): la cumbre de lo soez. Todo esto porque el texto le ha parecido “K” al que arroja toda esa basura sobre el emisor al que considera “anti-K”. Aunque los “K” también incurren en la blasfemia. Pero menos. Bastará analizar los insultos del 8-N para comprobarlo. Los insultos provienen de los grandes medios de comunicación. Es más: creo que tienen expertos que son los que escriben la mayoría de los comentarios o los alteran. ¡Jacques Derrida en las letrinas de Internet! Sin saberlo, estos anónimos personajes penetran en los terrenos de la deconstrucción en que los juegos del lenguaje pueden hacerle decir a un texto diferentes significados. “En suma, un texto puede tener tantos diferentes significados que le es imposible tener uno” (J.A. Cuddon, Dictionary of literary terms and literary theory, Penguin Books, Londres, 1991, p. 223). Por ejemplo: en mi último incidente de este tipo dije, en mi ex programa de radio de Continental, que si el dibujante Sábat creía que un traspié judicial de la Presidenta le otorgaba el derecho a dibujarla con un ojo morado, expresando flagrantemente un caso de violencia de género, se equivocaba: “Si piensa eso mejor que no lo dibuje”. Más claro agua: si el señor Sábat cree que a alguien (a cualquier mujer, no importa que en este caso hubiese sido la Presidenta), cuando tiene un traspié, se la puede dibujar con un ojo morado, porque, desde luego, le han dado una trompada en el ojo, si piensa esa barbaridad, señor, no la dibuje. Lo mismo habría hecho si, en mi diario, Página/12, a Rep se le hubiera ocurrido dibujar a Carrió con un ojo morado porque algo no le salió como quería. La violencia de género, el femicidio, es una realidad atroz, no saberlo es vivir en otro planeta. Creo que Sábat no superó la época de Rico Tipo, revista de los años cincuenta, donde, sí, había mujeres golpeadas o personajes que se llamaban Pochita Morfoni o Bólido. Allá él, que dibuje lo que quiera. Él ni se molesta en contestar. ¿Para qué? Muchos le ahorran el trabajo. Todo el sistema de los medios poderosos. Que publicaron –alterando mi texto– “Feinmann pide que Sábat no dibuje lo que piensa”. Y bien, esto es sólo un ejemplo del periodismo que hoy reina. Que es parte de la banalidad de los tiempos, de la instauración de la mentira como herramienta periodística. Antes, el periodismo trabajaba sobre una materialidad, un mundo fáctico al que interpretaba. Hoy no. No necesita hechos. Los inventa. A los textos los reconstruye y les cambia sus significados. O los cercena y pone esos fragmentos como grandes títulos de las notas. En suma: miente.
Esta modernidad informática se presenta con unas características temibles. Ya no se interpreta la realidad (recordemos la frase de Nietzsche: no hay hechos, hay interpretaciones), se la falsea, se la distorsiona, se miente sin ningún obstáculo moral. El periodismo de hoy carece de barreras morales. Sólo busca herir a su enemigo (ni siquiera adversario) del modo más efectivo y más destructivo posible.
Nos resta analizar el poder de Internet en estas maniobras de falsedad y agresión. Todo “se sube a la red”. El medio hegemónico transcribe la noticia y la parte “dura” queda para el lumpenaje que llena los comentarios. Ya se pide la pena de muerte, el fusilamiento o el cercenamiento de miembros para los que los “grandes medios” señalan como culpables. La realidad se ha empobrecido de un modo –creo– irrecuperable. Vivimos en un mundo binario: K y anti-K. Ese mundo binario –diría Carl Schmmit– no puede sino desatar una guerra. Es lo que apunta con la díada amigo-enemigo. Es lo que ya había señalado Marx en el Manifiesto: burguesía y proletariado. Hoy podrá tener la nominación que se nos ocurra (más acertadamente) darle. Pero es la historia como conflicto, como antagonismo excluyente. Retengamos este concepto: hay un antagonismo excluyente cuando dos grupos, que entran en conflicto, niegan o rechazan la existencia de cualquier otro, centralizando en el enfrentamiento entre ambos todos los elementos de la realidad. No existe el “tercero”. O se está en un bando o en otro. Para cada uno de los bandos el que está en el otro es un ser abominable con el que todo diálogo es imposible. No hay una posible voz de conciliación pues debería ubicarse en un lugar al que no se le permite existir: un lugar, no neutral, pero alejado de la condición binaria creada por los bandos en pugna. Que se expresa en el célebre: o ellos o nosotros. Esta ausencia del tercero permite el desborde vital e ideológico del binarismo del odio. O se crean opciones diferenciadas, que puedan al menos pensar al margen del odio, o el futuro se presenta oscuro y repetitivo. Todo es previsible. Uno ya sabe qué va a decir alguien con sólo saber a qué bando pertenece. Nadie patea el tablero. La única que podría modificar esta situación es la Presidenta por ser el cuadro político más capacitado de la pobre escena nacional. Podría buscar opositores para sostener alguna forma de diálogo. Sería un comienzo. “¿Con quiénes?”, dirá ella con razón. Es cierto: hay pocos. Habrá que encontrar alguno. Si, al menos, no la hubieran insultado tanto, desmereciéndose como opositores, sería más fácil. Pero alguien habrá. Tal vez la tarea más delicada del Gobierno sería apoyar el surgimiento de una nueva oposición. Colaborar en esa tarea. Cuando uno no tiene con quién dialogar tiene que ayudar a crearlo. La soledad es sombría, triste y, según se dice, mala consejera. Hay que ir en busca de gente inteligente que no piense como uno. Es difícil. Pero no imposible. El país tiene que salir del empobrecimiento de lo binario. Del odio de lo binario. Hagamos algo antes. Porque Dios hace dos mil años que no dice nada. Lo mejor que podría surgir es una fuerza autónoma que pudiera –honestamente– servir de puente, descomprimir, reemplazar los insultos por las ideas. Nadie –en la vieja y repetitiva “oposición”– está en condiciones de hacerlo. Ha surgido un político radical con una buena consigna y él no se ha embarrado en la figura del “enemigo”. La consigna es: “Crear una nueva oposición”. Gente del perfil de Sabbatella antes de su incorporación al gobierno. Son pocos. Pero es una tarea necesaria. Alguien, el día en que murió Néstor Kirchner y empezó el censo, escribió: “El censo empezó bien: un hijo de puta menos”. ¿Cuánto tiene que odiar un ser humano para escribir algo así?
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Una respuesta posible la mía


Insultos


 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El abuso intelectual que lucra con la estupidez se produce la deconstrucción,
desde la mentira sistematizada apoyada en el basamento de información,
que lo hace o lo debería hacer un libre pensador,
y no un sujeto banal sometido a los arbitrios de los vientos del poder,
y a las debilidades del fanatismo,
de la mentira y la deformación un culto volviendo a abusar de la estupidez,
tal vez sea este el éxito del modelo, que cuando insulta y persigue,
ve o hace ver en el otro el insulto minimizando el propio,
persigue por tradición desde la afiliación obligatoria que otrora,
los intelectuales que hoy dan sustento no podrían haber transigido por definición,
ahora miran hacia el costado y morigeran cualquier indicio de persecución.
Sr José Pablo es usted el que dijo que Perón era un viejo hijo de puta y no adhirió a la teoría de los jefes dudosamente vivos sobre la hegemonía de López Rega,
era Ud. Sr. el que por ej. Hablo de la obscenidad del sujeto Hegeliano con un concepto ofensivo de derecha burguesa, cuando se refirió a la oposición ciudadana,
es Ud. El que margrea  a Hermenegildo Sábat, comparando su inferioridad a la supremacía de Picasso y Dali ignorando en este ultimo por ej. su condición de golpeador , y en Picasso es cierto que no dibujo lo que si Menchi  ni a Hitler, pero se deleito cagando a palos a unas cuantas féminas, y Ud. ahora cuando habla en su nota da una referencia superficial sesgada, sin estas referencias que son a mi entender peores que puteadas.
Entiendo que mis palabras y mi cultura tanto filosófica como literaria no están a la altura de su condición intelectual, por lo que colijo que si tuviese la oportunidad de denostarme en estas regiones de mis falencia, su superioridad lo haría, pero lo que no puede hacer es hacerse el boludo y seguir mintiendo sobre su propia mentira y la mentira de un  modelo de redistribución que no distribuye, donde todos los índices son negativos y el futuro todos sabemos qué es incierto.
El insulto es el único camino que le ha quedado a los que están del otro lado de vuestro pensamiento mezquino y ofensivo naturalmente, ese ritual repugnante amigo-enemigo, que impronta a esta sociedad hace muchos años y ahora fue remozada por el gobierno en curso, no puedo dejar de pensar cuál era el pensamiento de los intelectuales de izquierda cuando esta filosofía amigo-enemigo comenzó, los no tan intelectuales de izquierda que sufrían esta doctrina en el quehacer cotidiano, los trabajadores de clases medias o bajas que no adhirieron,
Claro seguramente habrá una explicación de alto vuelo intelectual para un manfloro, lambe culos, que retoza con la belleza y posiblemente con las dadivas de una elegida a mearnos desde la sabiduría del robo (me limito a recordarle que Ud. También reconoció que le molestaba en cierta manera desconocer el origen de dicha fortuna), o es que ya no importa chorear si es para gobernar como dios manda, porque supongo que ahora acudiremos a la misa intelectual, y no se olvide de los Uruguayos, no de su amigo si no de los otros, los antiperonistas que están cotizando el dólar a 8 pesos en un insulto flagrante a nuestros hombres de bien.
Compréndame que es muy difícil no insultarlos, cuando son escupidas de ladino las respuestas de los representantes que deben tener la humildad para gobernar y no la arrogancia para insultar y contratar intelectuales disciplinados a una palabra pseudo-hegemónica ambivalente.

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domingo, 13 de enero de 2013

Redistribuir!!!







Hacerse el boludo, toda una expresión que ya lleva tiempo entre los vivos,
se mas vivo y hacete el boludo le decían a un pibe los amigos, justo cuando la vieja vino a preguntar por el dueño de la pelota que le rompió las plantas.
Para salir bien parado en este laburo tenés que hacerte bien el boludo, recibió como sentencia el chico que comenzaba su primer trabajo.
Y así la cultura fue creciendo, con nosotros sin los otros, a los otros que me refiero es a los verdaderamente boludos que creían en poner el pecho, en salir de abajo del agua sin entender, aquel pie, the big foot, la aplastante realidad y por supuesto no haber aprendido nada.
Como en todos lados la vida en mi barrio fue cíclica siempre hubo ganadores y perdedores,
el subibaja era un forma de ser, también de entretener a la chusma de niños que se preparaban para hacerse los boludos.
Hubo etapas buenas y malas, con colores desbordantes y grises crepusculares, de bonanza y sequias, de vivos y muertos, pero siempre crecía en el genio como una raíz intestina, variopinta que se amoldaba a la necesidad desde su amorfa presencia univoca omnímoda, todo poderosa sin importar casi en qué lado del juego tocaba estar, y así seguimos imponiendo una cultura grandiosa un polo de sabiduría y sensibilidad, disfrutamos del Teatro al decir de algunos” (Bs As es una ciudad con una oferta teatral de las más importantes del mundo)”, "(el Teatro Colon es un lugar mágico rara avis en su estirpe y único por su acústica)","( y teatro abierto y y y…)",vimos a Brecht, a Dostoievski , y tantos escuchamos a Cipe Lincovsky recitando (no a Brecht si no a Martin Niemöller), recitándolos, sacándonos mil sensaciones contrapuestas, descarnadas, pero tan vividas como mariposas, las mismas que exterminábamos con una rama pelada de paraíso. Nadie usaba el dólar como moneda corriente, pero todos sabíamos su valor, y si podíamos amarrocábamos en verdes, consiguiéndolos con la habilidad aprendida de tanto hacernos los boludos.
Pasaron noches y tempestades los peores males, escuchamos solo a Cipe cuando Brecht y Niemöller nos dejaron y ellos estaban llegando y golpeaban la puerta, no creímos, no creemos, no sabemos, y desconfiamos, tal vez será así en todos los colegios, en todos los juegos infantiles, en el mundo en su totalidad, que la arrogancia nos tienta a creer que esta espectando esta fórmula y que la adquirió por mágica, total al fin y al cabo todos iban a entender que hacerse el boludo es lo mejor, cuando apareció otro ciclo y otro y ahora que vamos a hacer más que seguir haciéndonos los boludos.
Ya es el momento su excelencia ya puede cuando termine con sus cosas dejar su intimidad y demostrarles quien es el que tiene la palabra, grite y golpee no olvide que toda excitación lograda finaliza en el orgasmo. Por favor ni se le ocurra hablarles de la obscenidad del sujeto Hegeliano, ni del fin de los tiempo, solo deje fluir su éxtasis que sin dudas Ud. es única y el único objeto del deseo.
Que el esfuerzo de ser y parecer no la carcoma en la náusea existencial de este estado maravilloso que es producto de mentes como la suya, ni se moleste no entienden se hacen los boludos.
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martes, 8 de enero de 2013

¿será así?


El FMI reconoce como un "error" recetar austeridad porque perjudicó al crecimiento y empleo

EFE | Publicado: 04/01/2013 21:22 CET | Actualizado: 04/01/2013 21:27 CET


 
El economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Olivier Blanchard, ha reconocido el "error" cometido por el organismo internacional a la hora de recomendar recortes a los gobiernos europeos ya que no supieron entender que el compromiso de las autoridades con la austeridad acabaría con el crecimiento.

El FMI publicó este jueves un informe con el título de 'Errores en el Pronóstico de Crecimiento y Multiplicadores Fiscales' --el impacto que tiene el gasto del Gobierno o el aumento de los impuestos en los resultados económicos de un país-- firmado por Blanchard.

El informe no está firmado por la dirección del Fondo, ya que el organismo publica decenas de documentos con críticas de sus investigadores acerca de las medidas adoptadas por países. Sin embargo, en este caso es el economista jefe el que firma el documento en el que reconoce que el FMI se equivocó a la hora de valorar el impacto de la austeridad en los países europeos.

"Los pronósticos subestimaron significativamente el aumento del desempleo y la caída de la demanda interior con la consolidación fiscal", reconocen Blanchard, y el coautor del informe, Daniel Leigh.

El economista jefe admite que los expertos del Fondo se equivocaron en los estudios que llevaron a recomendar las medidas de austeridad, ya que según señala el documento, en el caso de Grecia, el desvío en aumento de la deuda a pesar de los recortes de gasto fue mayor de lo esperado según los estudios realizados al principio de la crisis.

Según señaló este viernes 'The Wall Street Journal', constatar el efecto de estos errores habría llevado a la entidad a recomendar medidas de austeridad menos severas en el caso de España y Portugal para evitar así un deterioro masivo de las economías de estos países como en el caso de Grecia.

Blanchard y Leigh señalan que los pronósticos del FMI utilizaron multiplicadores fiscales de 0,5, cuando en realidad la cifra sería de 1,5, lo que significa que por un dólar que recorta el Ejecutivo de su presupuesto cuesta a la economía del país 1,5 dólares.

Sin embargo, Blanchard y Leigh indican que "los resultados no quieren decir que la consolidación fiscal sea indeseable", ya que las economías avanzadas deben ajustar sus presupuestos ante el aumento de sus deudas y que los resultados a corto plazo son uno de los factores que deben estudiarse en caso de recomendar nuevos recortes.

Aunque no se trata de la postura oficial del FMI, el documento firmado por uno de los directivos del organismo podría provocar un cambio en los estudios de los economistas del Fondo a la hora de recomendar mantener los recortes en algunos países europeos.

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En Latinoamérica esa fue la política imperante por décadas, además de participación activa de la CIA en apoyo a las dictaduras con todo lo que significo, el FMI es el brazo económico de un país hegemónico con gran participación de la comunidad política europea, bienvenido si es que estas palabras tiene certezas, deseo que no sufra España lo que durante muchísimo tiempo sufrimos nosotros y seguimos sufriendo como consecuencia, y por el apoyo de políticas populistas.

Este fue el comentario en primer término que me motivo el articulo, un abrazo.